"Derribar estigmas": ese era el objetivo que ACEFEP tenía entre ceja y ceja. Tras varias semanas de aparente quietud, la organización que preside Basilio García se ha vuelto a echar a la calle este 24 de abril para seguir dando la batalla en torno a la noble causa que constituye la promoción de la salud mental. No ha sido por mediación de un stand corriente y moliente: esta vez, la cosa ha ido más allá.

El escenario elegido por la entidad para dar rienda suelta a la palabra ha sido el de (casi) siempre: la plaza de Los Reyes. La Asociación se ha instalado en la céntrica glorieta a través de "una muestra informativa" ligada a "una campaña antiestigmas" que lleva por lema 'Mi salud mental, mis derechos'. Dicen desde dentro que el propósito de la misma pasa por "visibilizar todos los derechos que se vulneran a la hora de tratar los problemas relacionados con la salud mental".

La iniciativa encuentra su razón de ser en "un programa de promoción y prevención de la exclusión". No es la primera vez que este es llevado a la práctica: "Todos los años se hace algo similar". Lo que ha cambiado, eso sí, es la temática: fue hace escasos meses -antes de que finalizara 2023- cuando ACEFEP decidió ahondar en la cuestión que hoy nos ocupa. "Pensamos que estaría bien profundizar en el tema", reconocía Verónica García.

Consensuada la propuesta, el llamado 'Comité Pro Salud Mental' acordó elaborar una suerte de decálogo que colocase en un primer plano esa ristra de derechos humanos que, a menudo, quedan opacados al momento de pasar por la consulta del psiquiatra. La lista de incumplimientos es extensa: información y consentimiento, paz, educación inclusiva, atención sanitaria de calidad...

Hasta la fecha, todas las campañas dispuestas han estado atravesadas por un elemento común: el componente lúdico. Por descontado, el evento de este 2024 no iba a ser una excepción. Se busca, con ello, "llegar a todos los públicos". Al ser el planteado hoy "un tema bastante complicado de entender", los promotores tuvieron la brillante idea de contarlo a través de "actividades participativas".

A falta de ser preguntados, aquellos que hayan tomado parte en la iniciativa -in situ- coincidirán con el que escribe estas modestas líneas en que el éxito ha sido rotundo; la fórmula de pulsar la participación de los paseantes por la vía de los juegos y el entretenimiento no ha podido ser más fructuosa.

Un primer stand daba la bienvenida a los curiosos a golpe de merchandising. A pocos metros, se observaban cuatro diminutas mesas plegables sobre las que reposaban sendas torres de Jenga, ese juego en el que la maña representa la mayor de las virtudes. Lo de poner a los transeúntes a trabajar en equipo para quitar y poner piezas de madera tiene una explicación muy simple: se quería hacer ver a estos que "la sociedad tiene que poner de su parte" en lo que toca a la desestigmatización de las enfermedades psíquicas.

La segunda y última actividad física se titulaba 'Derriba y descubre'. Su proceder era bastante parecido al de "el típico juego de feria de lanzar pelotitas". Consistía, precisamente, en eso: en lanzar pelotitas. Los participantes debían derribar con estas unas láminas en las que figuraban palabras como 'Desigualdad', 'Exclusión' y 'Desprotección'. Abatidas las planchas, estas descubrían un derecho concreto.

El sobreaforo lo ha puesto un grupo de estudiantes de 1º de Enfermería, cuyos integrantes, a juzgar por sus caras, no parecían haber tenido impedimento alguno en cambiar una hora de farragosa clase teórica por toda una mañana de divertimento y desahogo. Una imagen vale más que mil palabras: